lunes, 17 de enero de 2011
NUESTRO AMIGO MIGUEL
Mucho se escrito sobre la cantidad de gente extranjera que visita nuestra querida Pamplona en San Fermín.
Gente llegada de todas partes del mundo que encuentra en nuestras fiestas algo diferente que no quieren dejar de vivir, muchos de ellos vienen una vez y ya no vuelven, otros vienen y repiten, pero seguramente todos se van de Pamplona con el recuerdo de unas grandes fiestas, una gran ciudad, y una gran gente que les acoge como a uno más en esos días.
Toda esta introducción viene al caso, de la experiencia que nosotros mismos hemos tenido y que como curiosidad me gustaría contaros.
Esto sucedió hace ya unos cuatro años, cuando estando nosotros en la plaza del Ayuntamiento, a eso de las cinco de la tarde para disfrutar del Riau Riau, vimos como un extranjero, tropezaba con nuestro amigo Fernando, el cual, no pudo por menos, que llamarle la atención, creyendo que no lo iba a entender, por la diferencia de idioma, a lo cual el citado extranjero, le contesto en un buen castellano que lo sentía. Tal fue la sorpresa de Fernando al escucharlo, que no pudo por más que ponerse a charlar con él.
Nuestro amigo, se llama Miguel, es Americano, de Miami para más señas, de padres cubanos, y abuelos españoles, de ahí el porqué hablaba en castellano.
La cosa se fue animando, y nos fuimos a la peña a echar uno tragos, mientras el nos contaba su historia de cómo había llegado hasta Pamplona.
Había venido con sus padres, se alojaba en un hotel y tenía alquilado un balcón en la estafeta para ver los encierros.
La verdad es que era un tío genial y una cosa llevo a la otra y así pasamos todo el día 6 juntos, no sin llamarle la atención en alguna ocasión sobre el atuendo que llevaba, pues no tenía por menos el pobre que ir en chancletas por medio de las calles atestadas de basura y cristales.
Ese mismo día, nos despedimos de él no sin antes quedar para el día siguiente en ir a ver la procesión de nuestro santo morenico.
La verdad es que la idea que traía el de San Fermín, y la que empezaba a descubrir, no tenían nada que ver.
Ese día se sucedieron un montón de actos, y circunstancias que él desconocía por completo y que le hicieron cambiar de forma radical su visión de la fiesta, lo llevamos a la procesión, a comer a la peña, a los toros, etc., etc.
Desde entonces, y como ya he dicho antes, nuestro amigo Miguel, no ha faltado ni un año por Sanfermin, algunos años ha venido solo y otros, como este año, vuelve acompañado por sus familiares, con los cuales, también hemos trabado una buena amistad.
Esperemos que esta pequeña historia, sea duradera en el tiempo, y algún día, podamos devolverle mostros la visita que él y su familia, nos hacen todos los años.
Como veis, un simple tropezón, que cualquier día del año, no hubiera pasado de eso, en sanfermines, se transformo en una amistad que dura ya casi cinco años, y es qué como se suele decir, en Sanfermin la gente cambia como nunca……..
Sin más, me despido mandando un fuerte abrazo a nuestro amigo Miguel y a toda su familia.
¡¡¡ Ya falta menos!!!
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